INCREIBLE MATCH EN LOS FRESNOS

Calor, humedad, “jugadores” de dudosa calidad, una cancha de sociedad de fomento (de cemento) y una señora que no entendía cuando se le pedía por una simple botella de agua. Condimentos indispensables para tratar de describir lo sucedido el pasado sábado en “Los Fresnos”.

Si, cansados de resbalarse en la alfombra rota, mojada y llena de arena de “Don Balón”, nuestros protagonistas decidieron con buen tino (toda una originalidad), volver a un lugar caro a los sentimientos del grupo. Un lugar que vio los peores pases alfonsianos, las puteadas impublicables de Ferrari SR y la sangre derramada en el cemento que partió de la nariz de una persona que muchos no queremos nombrar. En fin, se regresó a un lugar lleno de recuerdos, anécdotas, pifies y malos pases. A su vez, este regreso marca el comienzo de una nueva era en el establecimiento; una era que, por lo que vi el sábado pasado, amenaza con ser peor a la anterior (1999-2002) ya que muchos de los protagonistas tienen más kilos, menos pelos y las mismas capacidades futbolísticas (es decir, nulas capacidades futbolísticas)

Con respecto al partido en sí cabe destacar el aguante de los protagonistas, ya que jugaron una hora y media en un galpón a, aproximadamente, unos 37 – 38 grados centígrados. Los equipos se dispusieron de la siguiente manera: Valado, Capurzio, L. Gómez y Novoa por una lado. Por el otro, Miramonti, Ferrari, G. Gómez y Matera.

El comienzo no pudo ser mejor para los “dirigidos” por Capurzio. La contundencia al llegar al área rival era notoria, sobre todo por la gran performance de un Valado increíblemente efectivo: pelota que tocaba, pelota que iba adentro.
La contracara era el equipo de Ferrari; trataban de llegar a un toque, intentando romper la férrea defensa del rival con triangulaciones que, rápida e inexorablemente, llegaban a los efectivos botines de los jugadores rivales y culminaban en la red propia.

No solo Valado se destacaba en su team. Capurzio, con su escasa movilidad pero con toques quirúrgicos, dañaba la pobre defensa rival. Un Novoa sobrio, que jugaba a un toque, llegaba al área y definía ante los sorprendidos defensores contrarios. También se destacaba el ida y vuelta de un Leo Gómez que regresaba a la actividad y que se mostraba permanentemente como descarga por la banda derecha, dejando un surco muy difícil de cubrir por la pésima disposición defensiva del rival.

Ferrari comenzaba a engranar, Miramonti no daba pie con bola, Matera “no estaba” en la cancha y Gabriel Gómez hacía lo que podía (no mucho, claro está). Fueron unos 45 minutos aplastantes del rival. Toque va, toque viene, desmembraban a uno de los más pobres equipos que pisaron esa gloriosa superficie de cemento. Tanta era la superioridad que llegaron a estar siete u ocho goles arriba (no recuerdo bien, llegó un momento que era tan aplastante un equipo y tan denigrante otro que dejé de contar).

Pero lo increíble sucedió: la tentación de terminar propinándole una goleada histórica a los Ferrari’s boys fue más fuerte y el Capurzio Team no tomó en cuenta dos cosas: la alta temperatura en el campo de juego y el pésimo estado físico en sus sedentarios cuerpos. Fue el comienzo del fin. Miramonti y Ferrari tomaron nota de la debacle física del rival ya que Valado no pasaba tanto, Capurzio estaba impreciso (ya que no corrió en todo el partido), Gómez no escalaba el lateral como antes y Novoa parecía estar muy cómodo en el arco tomando el fresquito que venía de la puerta de entrada de la Sociedad de Fomento.

Además, el nivel del rival creció: Matera empezó a comprender quienes eran sus rivales y quienes sus compañeros; Gaby bajó unas trescientas revoluciones y empezó a estar “picante” en el área rival. Miramonti, que intentó durante gran parte del encuentro ejercer pressing sobre la defensa contraria y sólo logró que lo pasaran como estaca clavada en el piso, encontró el lugar que nunca debió haber dejado: el fondo. Allí fue importante ya que recuperó varias pelotas y disparó muchas contras que fueron conducidas por un Ferrari 200 veces más preciso que en los 45 minutos iniciales. Este equipo debería también agradecer la pachorra de la encargada de la cancha, ya que se le olvidó cortar el partido a la hora y terminó dándole a los players treinta minutos más. Para los de Miramonti fueron treinta minutos de alegría; para los de Capurzio fueron treinta minutos interminables, un vía crucis de dolor y calor. Una lástima por la buena performance que había mostrado su equipo en casi todo el match.

La semana que viene, seguramente, habrá revancha. Será imperdible….

PD: debido a las innumerables críticas que he recibido por el tema de los puntajes, dejo esa responsabilidad a los que participaron del encuentro. De lo que salga haré un promedio y publicaré los puntajes finales con el comentario correspondiente.

PD2: sólo los que participaron. Alfonso, no rompa las bolas…